Cada vez que intento sentirme bien, me agarra un ataque de pánico.
No se cómo lidiar con la gente.
Cada vez que intento conocer a una persona, lo único que hace es alejarse de mi.
Y ahí es cuando me doy cuenta que todavía no sano.
Que si lloro, no es porque descarté un gil más.
Es porque todavía me duelen los golpes del pasado. Un pasado fresco como pintura recién puesta en un mural.
Un pasado no tan pasado.
Que todavía aunque no quiera, me hace llorar.
Y estoy harta de escuchar consejos y consejos, y no de escucharme a mi.
Tengo que creer en mí intuición, tengo que dejar de tenerle miedo a la soledad.