Cada uno conoce

El veneno justo de su talle

El que calza perfecto con sus pecados

El que puede matarle casi

Instantáneamente

O hacerle sufrir por días

Meses

Incluso años.

Cada quien elige

Qué veneno le sienta mejor

Cuál es el más efectivo.

Cada quien elige

Cómo quiere castigarse

Y yo

Te elegí a vos.

Olés como las almendras amargas

Ardés como la picadura de una araña

El aguijón de un alacrán

Sacás los colmillos como una serpiente

Tenés el color de los acónitos

El tacto de una semilla de cicuta machacada.

Sos arsénico en mi sangre

Me intoxicás lentamente.

Sos hiedra en mi piel

Drenando mis ampollas.

No hay pastillas

Ni manzanas

Que puedan ocultar este amargor.

Es tu lengua ponzoñosa

La que me obliga a creer

Que cada día enfermo más

Parece no haber cura para tu tósigo.

Sos la Locusta de mi Agripina

¿Sufriré yo una muerte equívoca

Como Alejandro VI,

A manos del ser que más amo?

¿O terminaré cual Cleopatra

Presa de mi propio veneno?

Agoté todas las fórmulas de mi grimorio.

Curiosa forma

Morir sin sangrar

Produce larga agonía

O la simple desazón

De una muerte súbita.

Aunque debo decir,

No creo que esperaras

Que hubiese desarrollado

Una inmunidad a tus toxinas

Que me resguarda de la muerte

Mas no del dolor…

Giulia Tofana estaría orgullosa

De cómo envenené mi corazón para matarte.

Creo que tus ponzoñas caducaron en mi

Pero… “¿Cómo es? 

Cuando un veneno está vencido… ¿es más o menos dañino?

 

La última frase de este poema fue extraída de la película “Relatos salvajes” (2014), de Damián Szifron, minuto 17:25. Lamentablemente la escena no se encuentra completa en YouTube, por lo que no pude encontrar el fragmento donde aparece esta frase, pero les dejo un pequeño corte de la escena: