Quizá
La duda invade mis versos.
Escribo “quizá” cuando quiero escribir “ojalá”. Pero hay una diferencia sutil y profunda entre la duda y el deseo: en la primera existe una posibilidad real de que algo ocurra; en el segundo, solo el anhelo sostiene la premisa.
Escribo “quizá” porque, al hacer poesía, tiendo a vestir mis deseos con la apariencia de lo posible, a plantear mis inquietudes como si fueran resolubles, y a devolverme a tiempos que jamás serán recuperados.
Escribo “quizá” como si el verso fuera ficción.
Escribo “quizá” donde,
quizá,
debería decir otra cosa.
