I

Me cansé de mirar la ruina que dejaste en mí.

Le tome cariño a cada parte rota,

a cada pared tirada. 

La nostalgia invadía cada rincón

y era inútil seguir llorando, 

así que me levanté y comencé a reconstruir de nuevo. 

¿De eso se trata no? 

¿Qué tan rotos estamos? 

¿Cuándo nos podremos recuperar?

¿Necesitamos del otro o podemos solos?

II

El recuerdo te destruye lentamente

y en la ilusión se creó una tormenta.

Cayeron gotas de realidad

del techo de mi habitación

donde pasaba horas encerrada leyendo poemas, 

pensándote,

escribiendo frases sin sentido o con sentido a una sola dirección. 

¿Será amor?

La tormenta creó grietas irreparables en paredes que quedaron húmedas.

¿Será la solución tirarlas?

III

Quedaron cortas tus palabras.

Quedaron a medio camino. 

¿O llegaron a su destino? 

¿Ese era su destino? 

Querías envolverme en tu perfecta verdad, 

pero solo veo las ruinas que crearon tus mentiras.

¿Hablarás sin crueldad? 

¿Bailás con tu mentira? 

¿Qué querías de mi? 

¿Qué querías conocer? 

No te culpo, 

también te mentía para quedar bien. 

¿Para eso sirven las mentiras, no?

¿También querías quedar bien?

¿Por qué fingimos tanto? 

Tengo mil preguntas y más. 

Pero cuando me siento a analizarme me dan ganas de abrazarme. Me hiciste sentir por un momento insuficiente, como si lo que conociste de mí no te basto.

¿Por qué fingimos caernos bien?

¿Si ya estabas sentado en otra mesa, por qué pasaste por la mía a charlar un rato? 

Intento negarte las palabras pero no puedo. Hay algo dentro mío que todavía cree lo que dijiste, que quiere abrazar tus ruinas y acariciar tu mejilla cuando lloras y sé que no soportas tanta soledad.