Te juro que tengo tanto miedo,
que a veces hábito el silencio.
Antes pensaba que las palabras eran sinceras,
que cuando alguien te miraba fijamente,
era porque lo que iba a salir de sus labios
era verdad, no iba a mentir ni lastimar.
Creí por mucho tiempo que las miradas
dejaban al descubierto lo más profundo de cada uno.
Tal vez fui muy ingenua por creer,
por dar mi tiempo.
Pero ahora permanezco inmóvil,
aunque ha pasado tiempo.
Crece un miedo interno,
de no ser suficiente,
de aburrir con mis palabras,
de reírnos y que solo queden recuerdos.
No queda tiempo,
y me cuesta mostrar quién realmente soy.
Tal vez llevo una máscara
porque todas las noches,
al mirar la luna,
pienso en cosas que debía decirte,
en cómo abrir mi corazón
y también poner mis límites.
Hay un miedo en mi interior,
que crece lentamente
con cada palabra que escribo.
Me cuesta creer en la sinceridad
de una persona.
No creo porque cuando la confianza se rompe,
no queda nada.
No quiero ser insuficiente,
no quiero caer en tu indiferencia.
El miedo cubre lo más preciado en mí.
Quisiera sacarlo,
pero ¿y si lo más preciado en mí
te es insuficiente?
Te juro que tengo miedo,
y no podría vivir
con la carga de ser insuficiente.