Se trata de una “novela
de aprendizaje” donde no se aprende demasiado, que repite un movimiento
fluctuante, de mareas, alternativamente expansivo y contractivo. A grandes
rasgos, la anécdota es la siguiente: un narrador siente la necesidad de salir y
luego la de recluirse (y luego la de volver a salir para volver a recluirse).
Esa anécdota podría continuar girando sobre su propio eje hasta el infinito,
gracias a aquella obstinación idiota de no aprendizaje. Sin embargo, aunque
resulte paradójico, en esa dinámica hay algo que resulta valioso: un tipo
particular de conocimiento.
Leer más
Leer menos