Flores amarillas

Siempre fui muy tonto para notar las señales de «seducción» de la gente. Supongo que por algo me volví hombre con el paso del tiempo. De todas formas, no son demasiado frecuentes (menos mal) y las veces que las he identificado no me he equivocado en absoluto -aunque ahora que lo pienso quizás eran demasiado evidentes y hasta un tonto como yo podía notarlas-.

Pero hoy no vengo a hablar de los éxitos de mi vida amorosa, sino de un episodio particular que todavía me tiene extrañado, confundido. Siempre que pienso en ello resuena la pregunta ¿Por qué me tenía que pasar semejante delirio?

Así que disfruten de este pequeño relato que implica obsesión, pesadillas, gente corriendo por pasillos y hablando sola y magia negra.

(Sí, esto es una historia real)

Empezaba 2023 y yo volvía al albergue de estudiantes donde me quedaba media semana. Particularmente de lunes a jueves. Estaba cursando cinco materias en ese momento y el lugar de por sí era sumamente estresante. El año pasado me habían asignado a la habitación 3 junto con una chica que llamaremos Violeta, luego de tener un montón de problemas estúpidos tanto con el resto de compañeras de otras habitaciones como con la encargada en sí. Pero, desde que estaba en esa habitación, las cosas se habían calmado. Violeta era callada y hacia su vida, y yo hacía la mía. No nos molestábamos, aunque hoy diría que casi no existíamos para el otro.

Como con cada inicio de cuatrimestre, entraba nueva gente al albergue y a la habitación 3 asignaron dos chicas más. Azul, quien se convertiría en una gran amiga, y Blanca. Yo llegué recién la segunda semana de marzo y ellas más o menos se habían acomodado. Me presenté y, con conocimiento de causa, les dije que los primeros días o semanas pueden ser difíciles, pero que si necesitaban podían hablar conmigo. Dejé mis cosas y fui a comer algo. Azul dormía sobre la cama de Violeta y Blanca sobre la mía. También les expliqué cómo nos diatribuíamos en la habitación y más o menos cómo se manejaban las cosas en la residencia. Tips para pasarla mejor que el infierno que fueron esos primeros meses para mí el año anterior.

Fui a cursar y volví. Cuando entro a la habitación noto que Blanca estaba tapada hasta el cuello con mantas y murmuraba. Le pregunté si estaba bien y me dijo que sí, que estudiaba. Pispeé sus hojas por encima y estaban llenas de garabatos sin sentido y un nombre: Dazai. Recordé que en el verano había empezado a ver un anime donde uno de los protagonistas se llamaba así e, intentando entablar una conversación, le pregunté si le gustaba el anime. Ella me respondió que sí a las apuradas y que su favorito era el del personaje Dazai. Recordé que Dazai también era conocido por estar todo vendado por autolesiones y por siempre intentar suicidarse de alguna manera. Evité la mueca y le contesté que yo era más de otro tipo de anime, como Berserk o Hellsing. Me contestó que no los conocía y siguió hablando de Dazai. Pensando que tendría que convivir con ella los siguientes meses, me dije a mí mismo que había que tener paciencia y seguí la conversación con lo que me acordaba de los seis capítulos que había visto hace dos meses. Después de un rato me dijo que se había peleado con la encargada, que llamaremos Rosa, por una tontera sobre la limpieza. Intenté calmarla, pues noté que sus ojos se llenaban de lágrimas, diciéndole que eso era normal y que no había que prestarle atención. Que Rosa era así y que no se podía hacer nada. Le dije que yo no andaba mucho por el albergue pero le dejaba mi teléfono por si quería hablar conmigo y la agendé. Recuerdo que le mandé un sticker de un patito con sombrero haciendo una seña piola y ella me contestó un gatito lleno de corazones.

Después de eso me fui a dormir, agotado de la clase de Sociolingüística.

Cuando desperté ella no estaba. No me preocupé porque los horarios que manejaba con las cursadas eran bastante extraños. Yo cursaba a la noche, de 19 a 23, mientras que la mayoría se iba a la mañana o media tarde. Eran las diez así que supuse que estaría en la universidad. Me vestí y fui a abrir el cajón donde guardaba mis cosas, ubicado en el escritorio que compartía con Blanca. Sobre éste había unos papeles escritos caóticamente con nombres que no conocía y dibujos aún más salvajes que las letras. También números. No quise tocarlo y bajé a la cocina para desayunar.

Sentada en la mesa estaba Azul tomando mates y me invitó a acompañarla. Ahí pude conocerla un poco más y cuando quise recordar habíamos pasado la mañana charlando. En cierto momento me sentí incómodamente observado y vi, de refilón, que Blanca estaba mirándome desde la puerta del lavadero. Cuando me notó, subió las escaleras hacia las habitaciones. No llegué a saludarla. Azul se encogió de hombros y seguimos charlando.

Esa tarde tenía literatura española, pero iba salir antes para pasar por una librería. Guardando todo, encontré a Blanca mirándome desde la puerta de la habitación y la saludé con un beso en la mejilla. Le pregunté cómo había ido su día, que tal la universidad, y ella me respondió erráticamente. Le comenté que justo me estaba yendo y si necesitaba algo. Nada. Bueno. Hasta luego.

Volví corriendo y cansado. Si bien la clase había sido excelente, 4 horas de un profesor hablando te agota a niveles absurdos. Me fui a dormir sin cenar y saludando a todos con la mano.

En ese tiempo yo sufría terribles pesadillas. O más bien lo que llaman parálisis de sueño. No podía moverme ni despertarme, quedaba atrapado en un limbo de lo real y lo onírico, atrapado por mi propia mente. Era espantoso y muchas veces me despertaba gritando, o gritaba hasta que me despertaban.

Antes de dormir, mirando WhatsApp, vi que Blanca había subido un montón de estados y entre alguien que vendía cosas, mi mamá promocionando un evento de la escuela y una compañera mostrando sus mates vi los de ella. Eran solo de texto. Varios de ellos se quejaban del albergue, pero llamaron mi atención cuando empezaron con «me dices cosas bonitas y luego desapareces todo el día» «eres la única que me hace dudar de mi heterosexualidad» (debo aclarar aquí que yo soy un hombre trans y que me quedaba en este albergue de mujeres porque es lo único que había conseguido, y dependiendo de con quién hablaba optaba por una identidad, mi deadyo, o por quién soy en verdad. Con Blanca y Azul me presenté como Lis que es el punto medio entre ambas), «estabas hablando con ella y no conmigo. Voy a matarlas a todas y estaremos juntas».

Dejé el celular a un costado con una sensación espantosa.

Me desperté tarde al día siguiente y corrí a la clase de historia general. Estaba aún más cansado de lo que estaba el día anterior. Tenía introducción a los estudios literarios por la tarde y no había leído nada. Cuando volví, no almorcé y me senté a leer en la biblioteca. Ahí estaba Blanca que me miraba sin cesar. Me hacía sentir terriblemente incómodo. Intenté ignorarla con una sonrisa pero ella se me acercó y sentó a mi lado. Miré sus apuntes de reojo, intercalándolo con el texto de Eagleton, y noté que había como un «plan de vida» donde figuraba estudiar, parcial en tal fecha, recibirse, ganar mucha plata. Cosas así. A un costado estaba escrito mi nombre anterior y un frío recorrió mi espalda. Esperé prudenciales ventiún minutos, intentando leer sin éxito, y le dije que me tenía que ir. Que fue lindo estudiar con ella. Agarré mi mochila y me fui a dar un paseo largo. Volví a mirar WhatsApp y los estados y encontré cosas peores que el día anterior. Decían que estaba muy caliente, que apenas podía respirar cerca de esa persona. Que quería hacerle cosas.

«No puede referirse a mí» pensé en un intento de apartar la situación en un arrebato de racionalidad. Le comenté todo esto a quien entonces era uno de mis novios y me dijo «esa chica te quiere re dar» pero no puede ser, si no hice nada, no le dije nada, hasta le dije que andaba con alguien. Me respondió que a dos mil kilómetros podía notarlo.

No puede ser. Nah, imposible. No hay forma.

Volví de cursar, masqué unas galletitas y me senté a estudiar lingüística. Al día siguiente me iba de nuevo a casa, a ciento treinta kilómetros, y no tenía ganas de andar leyendo en el fin de semana. La clase de lingüística era virtual. Además, tenía que despertarme temprano para ir a historia latinoamericana. Ella estaba en la habitación, pero salió cuando llegué. Recuerdo soltar un suspiro de alivio, no tenía ganas de encontrarla. Leí hasta que mis ojos se cerraban y me acosté.

Noche de pesadillas, para variar. Me desperté sabiendo que algo había entrado por la ventana y me observaba al costado de mi cama. Pero no era el monstruo sombra de mi no-realidad, sino Blanca que me miraba sin cesar desde la cama de arriba. Me sentí desnudo (dormía en ropa interior) y me tapé más, fingiendo que no me había despertado. Giré para mirar a la pared e ignorarla, pero no podía quitarme esa sensación de encima. Sabía que seguía mirándome.

Desperté tarde de nuevo, agarré mis cosas y me despedí de Azul. Blanca no estaba. Le dije que le dé saludos de mi parte y corrí hasta historia latinoamericana. Ahí me encontré con un amigo y nos sentamos juntos. Luego volvimos juntos también -vive en el mismo pueblo-. Sin embargo no podía dejar de pensar en esos ojos mirándome. Antes de emprender la vuelta vi en WhatsApp cosas que había subido ella. «Por qué me gemís así si sabés como me ponés», «no puedo respirar cerca tuyo», «tus gemidos me encienden». Recuerdo que sentí náuseas.

Volví a casa. La semana siguiente fue igual y yo me sentía terriblemente incómodo. No quería estar en la misma habitación y a veces ni siquiera en el mismo edificio. Ella subía cosas diciendo que no le hablaba, que iba a matarlas a quienes charlaban conmigo, que odiaba a todas, que quería que estemos juntas para siempre. No tenía confianza en nadie para comentarles todo esto y Rosa me hubiese tratado de exagerado y loco. No me sentía seguro cerca de Blanca, que me miraba por las noches. Quería irme de ahí.

El lunes siguiente, cuando me disponía a volver, una de mis amigas del albergue, que llamaremos Púrpura, me envió un mensaje diciendo que tenía que ir YA que había pasado algo. Justo recibí la noticia de que no teníamos clases y postergué el viaje al día siguiente. No había pasajes para mediodía por lo que llegué medio sobre la hora a cursar y volví a la residencia recién bien entrada la noche. Había concilio de amigas en la biblioteca. Azul, Púrpura, Verde, Clarito y Naranja. Todas hablaban al mismo tiempo cuando llegué, pero se quedaron en silencio cuando me notaron. Que pasó, pregunté, cansado y un poco asustado. Ellas empezaron a hablar todas juntas, pero Púrpura las ordenó. Yo me sentía terriblemente cansado, en el fin de semana las pesadillas no habían cesado y apenas había podido dormir. A veces, en las esquinas sombrías, veía algo que me observaba con malicia. En ese estado de locura en el que estaba, me dijeron que habían echado a Blanca del albergue. Qué? Sí, la echaron. Pero, ¿Por qué?

Me dijeron que ella se había quejado de las condiciones y por maltrato (en lo que siempre le voy a dar la razón), y que las cosas fueron escalando hasta que intervino un familiar de ella amenazando con denunciar a todo el mundo. Ese familiar primero se había hecho pasar por su madre, pero resulta que era la hermana. O al revés, nunca sabremos. ¿Nada más?

No.

Hay más Lis.

Y tiene que ver con vos.

Sentí hielo crecer en mis venas, y aquella cosa que me miraba en la oscura esquina de la biblioteca se sonrió.

Me tuve que sentar.

¿Conmigo? ¿Qué hice ahora?

¡Blanca estaba súper loca! Se había obsesionado con vos. ¿No lo notaste? Bueno sí, lo noté… Un poco. Vi cosas raras en su WhatsApp, pero no pensé que era nada. ¡Era todo boludo!

Me mareé.

Pero antes tenemos que contarte más, porque no es solo vos lo que pasó. O si, pero es aún más raro. Amarilla se la cruzó murmurando por los pasillos, justo fuera de la habitación de Clarito y Naranja. También encontraron pelo fuera de la puerta, de Clarito. No sabemos de dónde lo sacó.

Naranja añadió que ella la había visto en la cocina, cantando en murmullos cosas en un idioma que no había escuchando nunca a eso de las seis de la mañana y que se había llevado el susto de su vida. También habían oído pasos por los pasillos a altas horas de la noche, y risas. Muchas risas. Todo eso en el fin de semana. Yo me agarré la cabeza agradeciendo no haber cenado.

¿Y todo eso que tiene que ver conmigo?

En el tacho de basura de tu habitación encontramos cosas raras. Había pelo tuyo y papeles rotos. Reconstruimos la hoja y tu nombre estaba escrito en ella de un montón de formas, con rosas negras dibujadas alrededor y otros símbolos. Se lo mandamos a la tía de Azul que es bruja y dijo que era un conjuro de amarre, pero fuerte. De esos amarres para siempre donde no hablas con nadie más.

Mi alma se escapó de mi cuerpo.

Igual estaba muy mal hecho.

Mi alma volvió a mi cuerpo.

¿Qué? Me estás jodiendo.

No, Lis, es en serio, mirá, acá están las fotos.

Y ahí estaban las fotos.

Pero no te preocupes, sahumé tu habitación, puse un conjuro bajo tu cama y quemamos todo esto con palo santo. También la tía de ella te puso un hechizo de protección y anuló el conjuro este.

Okey…

Ay Lis ¿Que hiciste para todo esto?

¡Solo fui amable! Respondí irritado. Yo no esperaba de ninguna manera que me pudiese pasar algo así. En qué cabeza cabe, ¡La puta madre! Me levanté, enojado, frustrado, cansado. Sin embargo, me sentía un poco más ligero.

Charlamos un poco más, detalles escabrosos de lo que había pasado, y volví a mi habitación. Había tanto olor a palo santo e incienso que sentí que me iba a desmayar. Dentro de mi cajón había un ramo de flores, un chocolate y una carta. En la carta me pedía perdón, que se había enamorado de mí pero que no sabía cómo decírmelo. Que me amaba. Eran flores amarillas. Fue la única vez que me regalaron flores amarillas. Que ojalá tenga una linda vida y que nuestro tiempo juntas había sido hermoso.

Tiré las flores y me comí el chocolate, aún sabiendo los riesgos mágicos que eso tenía. Necesitaba un shock de azúcar para superar el shock emocional.

Me fui a dormir.

¿Por qué me tenía que pasar semejante delirio?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio