Falsa oda a la piel

Tengo una piel que se raya de nada

en la cara un rayón por despertar entre dormida 5 am,

casa chica, baño pegado a las sábanas

tiré la cadena, salté confiada,

rebotó mi nuca en el azulejo

A ver qué me hice, dije

al espejo enfilé de una

no llegué, me desmayé

ceja abierta, nariz quebrada.

                                                              

La noche previa a un examen, dolor abdominal

historia era, no sabía ni las fechas del gobierno del General Juan Domingo

facultad peronista, iba al recuperatorio de cajón.

La punzada siguió aumentando hasta el pie

y yo que no, seguro son nervios nomás,

déjenme dormir una noche tranquila.

Al otro día el cirujano sentenció apendicitis

las cicatrices tiraban tanto que caminé por varios días con bastón.

Todavía las tengo, al lado de un ombligo que no es mío.

Igual, mi piel no rechaza nada

                                                                                                        

Pelea con mi primera novia, que yo no limpiaba la casa

sucia y malhumorada, agarré la escoba para barrer

pegué dos pasadas en el living

que si lo voy a hacer de mala gana, mejor lo deje

huí a la cocina, me enganché el brazo con la manija de la puerta

tajo karmático,

igual, a mi piel le hice un tatuaje encima para hacerme la que no pasó nada.

                                                                                           

Me estaba viendo con un baterista de La Plata,

cómo me gustaba pasar las lunas en su ….casa,

por eso me bancaba que hable por horas de sus bandas adoradas.

Tenía un bulldog francés que siempre se subía a la cama

no le cerraba la puerta porque en soledad, aullaba

un día de un topetazo me abrió la rodilla y no lo ví más

igual, su piel ya no me sabía a nada.

                                                       

Arriba de los talones, dos cicatrices hermanas

izquierda y derecha me recuerdan lo que soy capaz de hacer por encajar:

una noche en el Faena, alfombra roja,

alcohol del más cheto, droga blanca, violeta y azul

Un par de botas prestadas en los pies

igual, mi piel me hizo notar que nada de eso valía la pena

me lamenté un mes con heridas que no cerraban,

afuera cicatrizaban pero adentro todavía sangran.

                                                               

Ya no vivo en el depto dónde reboté,

ni me interesa caer bien

visto zapatillas

y el ombligo lo acepté

igual, la piel me sigue rescatando de los bordes

que mi mente se resiste a ver.

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