El libro Un punto azul ( Tomás Murphy, Martín Chiappino. Editorial Dábale Arroz Ediciones, 2022. pp. 83. ISBN 978-987-48108-3-0) es un interesante proyecto sobre el cual no existe registro de reseñas anteriores. Su innovación en el campo literario se relaciona con que tiene carácter experimental, en tanto que articula dos manifestaciones literarias distintas que, a su vez, se corresponden con formas diferentes de escribir pero también de observar el mundo para poder producir textos: por un lado, tiene como hilo conductor temático el género de la ciencia ficción y, por el otro, el modo de expresión elegido por los autores es el de los haikus. Por otra parte, es viable reconocer en el libro nociones teóricas con respecto a las maneras en las que ha sido entendida la literatura en la historia y también otros lineamientos relacionados con el aspecto sociológico.

Se trata de una obra de carácter experimental, en tanto que articula dos manifestaciones literarias distintas que, a su vez, se corresponden con formas diferentes de escribir pero también de observar el mundo para poder producir textos: por un lado, tiene como hilo conductor temático el género de la ciencia ficción y, por el otro, el modo de expresión elegido por los autores es el de los haikus. Por otra parte, es viable reconocer en el libro nociones teóricas con respecto a las maneras en las que ha sido entendida la literatura en la historia y también otros lineamientos relacionados con el aspecto sociológico.

Resulta interesante observar, además, que los dos elementos que utilizan como material lingüístico y literario están enfocados en la búsqueda de que exista coherencia entre la forma y el contenido del objeto artístico: en primer lugar, la incursión en la ciencia ficción en Un punto azul trasciende la mera exploración de futuros posibles utópicos oh distópicos para la sociedad, para convertirse en un reflejo crítico del estado de la realidad en la era digital, en la que se pone en juego el lugar que ocupan las tecnologías como instrumentos con respecto a los cuales cabe preguntarse acerca de la posibilidad de que instalen una nueva subjetividad o de que incluso la contengan, ya que ningún dispositivo es neutro.

Sin embargo, en el contexto de la modernidad líquida —concepto propuesto por Zygmunt Bauman que sugiere que vivimos en una época caracterizada por la liquidez y la transitoriedad de las relaciones humanas, así como por la efímera naturaleza de las cosas —esta exploración adquiere nuevas dimensiones, sirviendo como un vehículo para examinar la fugacidad y la flexibilidad que caracterizan la vida contemporánea. Este fenómeno se ve manifestado en la obra a través del uso de la técnica del haiku, que es un tipo de poesía de origen japonés en el que la brevedad y la inmediatez de sus versos capturan la fugacidad de los momentos y la velocidad con la que las imágenes aparecen y desaparecen en las pantallas de nuestros dispositivos. Es curiosa, entonces, la contradicción que se pone en debate, que consiste en el hecho de que en los haikus tradicionales se parte de la premisa de la contemplación de la naturaleza, lo que exige el ejercicio de la quietud y de la focalización en lo que se mira, mientras que en la actualidad se asiste a un momento histórico marcado por la superficialidad y la rapidez en la asimilación de los estímulos, — que suelen darse muchos de manera simultánea —, así como a la lógica de los hipervínculos en el acceso a la información y a la formulación y transmisión de las ideas. Así, «Un punto azul» invita a reflexionar sobre cómo la ciencia ficción puede ser un espejo de la realidad contemporánea, donde los clics y las imágenes efímeras reflejan la misma rapidez con la que se experimenta el mundo.

Si se tiene en cuenta que en los orígenes de la literatura Aristóteles pensó a los géneros como tres compartimentos estancos y bien definidos (lírica, épica y drama), se puede percibir que a lo largo del tiempo los géneros literarios han evolucionado para dar cuenta de los cambios sociales y culturales y hoy es habitual que suceda que en las librerías aparezca en un mismo estante, por ejemplo, novela y poesía, porque existe una dificultad para catalogar a los textos que antes no sucedía. En «Un punto azul», los haikus encapsulan la fugacidad de los instantes, pero desde la perspectiva que aporta la ciencia ficción, es decir, resaltando cómo la modernidad líquida sumerge a los seres humanos en un flujo constante de estímulos y experiencias que no tienen permanencia en el tiempo.

Este enfoque también dialoga con la teoría de Andreas Huyssen sobre el «fin de los relatos». El autor argumenta que la postmodernidad ha fragmentado la narrativa, dando paso a múltiples relatos parciales y fragmentados. En «Un punto azul», esta fragmentación se manifiesta tanto en la estructura misma de los haikus como en la fusión de géneros literarios. La interconexión de poesía y ciencia ficción abraza esta división como una ventaja y la transforma en una expresión literaria que captura la complejidad de la era contemporánea.

En síntesis, «Un punto azul» no solo desafía las limitaciones genéricas, sino que también abre un diálogo profundo con la modernidad líquida y la fugacidad de la realidad contemporánea. La ciencia ficción emerge como un útil vehículo para examinar los efectos de la era digital en nuestras vidas y cómo la técnica del haiku se adapta para capturar la rapidez y la efímera naturaleza de los momentos. A través de este procedimiento experimental y técnico, «Un punto azul» nos recuerda que la literatura tiene el poder de capturar y reflejar la complejidad de nuestro mundo en constante cambio, invitándonos a reflexionar sobre nuestra percepción de la realidad y nuestra conexión con el vasto cosmos de la literatura contemporánea.

Por esto es que lleva ese enigmático nombre: con su propuesta, en el mundo del fin de los grandes relatos que permitían a los sujetos anclarse a un mundo que supo ser más o menos predecible y estructurado y que hoy ya no funciona de ese modo sino que está cargado de información e infinitas formas posibles de organizarla mediante múltiples asociaciones mentales, devela la insignificancia de las categorías artísticas si se las entiende como prescripciones teóricas, pero también la de los eventos observables y la subjetividad humana, que inevitablemente entra siempre en diálogo con la realidad social y con los dispositivos tecnológicos que sugieren renovadas disposiciones del tiempo y el espacio.