I
Algo se mueve en la oscuridad
y no sé bien qué es.
Escondidas y ensangrentadas
nos abrazamos
esperando que sea de mañana,
besando nuestros dedos
y rogando que la vida esté cerca.
Algo así como cuando nacimos,
hoy también esperamos
ver la luz
al final de la noche.
II
Una loba esconde su hocico
en el río verde esmeralda.
Las estrellas se caen del cielo
para atraparla,
para ocultar su transgresión.
Una lanza la atraviesa
en medio del pecho.
A la noche nos acercamos,
igualmente heridas,
esperando que los cazadores
no nos vean.
Hacemos un tajo en el vientre,
cuidando de no cortar ningún órgano profano,
y separamos las vísceras de los huesos
para hacer el sacrificio debido.
Los ojos abiertos de una criatura malformada
nos espían desde la puerta.
En el río verde esmeralda
sumergimos su cuerpecito
hasta que empieza a flotar.
Nos miramos
porque nos acordamos de lo mismo:
de esa vez cuando mamá nos llevó a nadar
y nos morimos en el intento.