I
Aún cuando esté destruida
¿me dejarás entrar a tu casa?
no sé si soy digna de ser cuidada
pero el mundo me da miedo
y ya no quiero enfrentarlo.
No te preocupes por la herida
ni por la sangre de mis rodillas:
solamente necesito un lugar
para poder cicatrizar la ausencia.
II
Ahora espero que las puertas se abran
mientras la luz ínfima se filtra por las bisagras.
Una vez que mi cuerpo muera seré la esperanza.
En los jardines me adorarán con flores violáceas
y los camiones tocarán la bocina cuando me vean.
Por ahora, estoy en estado de prueba.
III
Las manos tiernas de un dios tímido
intentarán desenredar el desastre cometido.
Las madres desenterrarán a sus hijos
cuando los árboles dejen de dar frutos.
No sé si algún día seré madre o divinidad,
solamente sé que no tendré piedad.