en la oscuridad estrellada

siento ganas de llorar

que me aturden y molestan

porque no puedo parar

cuando comienzo a recordar

las noches en san juan

las birras de por medio

y tu sonrisa familiar

todos los chistes que contabamos

con el llanto de alegría

y como dijimos entre risas

que seguiríamos siendo amigas

como creímos con ingenuidad

que los diez mil kilómetros

entre los mates a la distancia

no cambiarían nada

por supuesto que de esto

hace ya mucho tiempo,

hoy me tengo que conformar

con ver tus fotos en la pantalla

con gente que no reconozco

y preguntarme entre susurros

en quién te habrás convertido

en cinco años que no nos vimos

quién sos, qué querés

qué fuiste, qué buscaste

mientras en el fondo aún me pregunto

si te cruzara de nuevo,

si entre los enredados itinerarios

de nuestras lejanas vidas,

y entre casuales viajes en avión

a la otra punta del mundo

si nos vieramos, cómo sería.

adiós extraña, quizás amiga