Estaba en la librería y veo acercándose un tipo fachero, solo. Pasó a mi lado, me miró y me dijo: «me hacés acordar a mi abuela». ¡Imbécil!, le dije.
Putamadre, pensé. Entonces giro y lo veo agarrándose del brazo de una señora con boina negra, campera de cuero y medias cancan violetas. Una estrella de rock. Yo tenía medias cancan blancas y campera de cuero roja.
¡Mierda!, pensé. Nunca hay que juzgar a un tipo por sus piropos.