Noches interminables al lado de tu lecho de muerte, escuchando historias cada día más deprimentes, sin poder acercarme a tu lado pues la pandemia había arribado.
Audios tan extensos que muy pocos escucharían, poesías y canciones que relataban tu sufrimiento y una llamada cada noche para corroborar tu respirar.
Horas escuchando cómo te hacías daño y la frustración de no poder ayudar. Tu amistad me sacó varías lagrimas que años me costaron desechar.
Y aún así la extraño, extraño tu emoción plasmada en palabras trastrabilladas luego de mostrarte mis relatos.
Gozaría plenamente de contarte todas las cosas fascinantes que logré y mi nueva búsqueda de sueños, pero no estás.
Me cuesta tanto saber que no puedo cumplir mi promesa, «prometo estar siempre», porque si bien no te has ido, me has alejado y mentido. Me estás ignorando. Me pregunto porqué y me pregunto ¿Cómo estás?
Me duele tanto haberte llamado mi hermano y ahora tenerte tan alejado, te deseo lo mejor a pesar de todo y espero algún día te llegue este desahogo ahogado.
-Lulu.
Bahía Blanca