Les hablé anoche a las sombras
que viven en mi ventana:
son un viejo y un perro
–
El viejo no tiene casa
–
El perro no tiene dueño
–
Vagan juntos sin rumbo,
caminan por caminar
–
Le pregunté al viejo por qué,
me dijo que no sabía
–
Al perro le tiré un hueso,
y prefirió morderme la mano
–
Desde entonces duermo de espaldas.
Desde esa noche les tengo miedo