Estática en la rambla
como un mástil.
Cuerpo vacío
sin alma.
Las manos frías
oxidadas
también vacías.
Solo ser el recipiente.
La brisa de los autos al pasar
y vos.
Factores que aguan mis ojos.
Las luces destellan
y algo me llama.
Un hilo invisible tira de mi centro.
Cierro los ojos
y permanezco absorta
hasta que el último vehículo se aleja.
Pálida
entre el aire helado
sobreviví a otra esquina puntiaguda de la vida
y no atendí al precoz llamado del hombre de negro.