El esperanzador busca detrás del sujeto la belleza inexistente para detectar el amor, engendrando por naturaleza la denominación del deseo y del todo buscador.

Dos puntos que crean una línea, un puente indestructible que solo tienen oportunidad de crear aquellas personas que se aman profundamente.

Su contacto transfigura el universo, traspasa absolutamente todas las falacias de su futuro y de su pasado, ocasionando una exaltación alegre y desbordante.

Disperso como las lluvias cerró con firmeza la cáscara de confianza.