I
Agradezco a los nudos de la memoria

silenciosos

me protegen

del ruido

de los retornos.

II

Mirada serena

gesto, piel, sangre

ofician de piedra

funciona bien

automático, aceitado, inmune

o eso parece

dentro la criatura grita

desgarrada

desea huir

la armadura

no se lo permite

golpea muros

sus manos sangran

contra los barrotes

salta, patalea, descansa

y puntual despierta

cada mañana.

III

Su piel es translúcida y viscosa. Carece de forma conocida, las venas no retienen la sangre. Encorvada está, debido a los baldes gélidos que viene a depositar. Sus brazos fueron entrenados en la asfixia. Es ágil y enérgica a pesar de su figura colosal. Tiene cuatro hileras de dientes puntiagudos, instrumentos que dan vida a aquella risa espeluznante. Cuando está al acecho, su presencia es fácil de adivinar. Cada pie siembra un terremoto y cada respiro emana un inquietante olor a recuerdo.

IV

La criatura es poderosa

se abre paso entre las horas

donde nace la soledad

y elige, cuidadosamente,

una imagen

una palabra

una estrofa

no hay escape

entre sábanas desgarradas

solo quedará

ceguera.

V

¡Pido!

exijo un recuerdo

zambullirme

en el más dulce, silente, descontaminado

pido

ese recuerdo

no sé cuál es

pero lo necesito.

VI

El día trae la claridad del olvido

y por las noches me convierto

en lo que deseé sepultado

vienen las voces

de aquello que dije y no dije

aquello que diré y no diré nunca

la oscuridad se muestra certera

y el universo

escupe

mi naturaleza de jaula.

VII

La criatura acecha

se convierte en pasado

adivina futuros

no conoce lenguas, diplomacia o piedad

se esparce monstruosa

en el silencio

y las ansias de dormir

perdí lunas intentando domarla

deseando traducirla

¡Sombra inagotable de este infinito que llevo dentro!