Me he preguntado alguna vez; ¿Cómo es posible sentir tanto y no morir de amor?

Pero llegó el momento en que, sin previo aviso, me partiste el alma en dos y desapareciste.

Ese día que me arrancaste un pedazo, y me perdí.

¿Pensarás en mí? ¿Mirarás nuestras fotos y recordarás los preciosos momentos con lágrimas en los ojos?

Me gustaría que me llamaras, para decirme que me extrañas tanto como yo te extraño, que hay una parte de ti aquí que desearías tener de vuelta.

Así como me urge la parte de mí que se quedó en tu cama aquel día.

Quién diría que han pasado meses, y el dolor aún no se disipa, que extraño el mar en tus ojos y tu risa junto a la mía.

Todavía me cuesta pensar que no significa nada y deliberadamente decidiste mentirme a los ojos, al corazón, que tanto amor me costó darte.

Que mi desnudez en alma y cuerpo para ti no era más que hueco y vacío, mientras sentía que me completabas.

¿Por qué? ¿Qué es lo que no tengo? ¿No son mis olas dignas de tu orilla? ¿O estabas aterrorizado por el arrecife interior que se ha vuelto más profundo durante todos estos años?

Sigo durmiendo con las luces encendidas, por si te has perdido y quieres volver algún día.

Pero te llevaste lo único que me quedaba, un corazón repleto de bondad.