Es la tarde noche de los abriles que caen,

es la escollera trágica de un Uruguay cruzado,

de un nado que se ahoga intentando respirar.

       Es el andar de un joven que apresura su cigarro.

Es la soledad que aguarda que me relaje

y me apuñala con su pincel, y me anuda,

con las flores que dejará en mi tumba, las manos.

       Es la muerte que apresura ahora al joven.

Soy el sentimiento que gana en la garganta

luego de caminar la noche solitaria, apuñalado,

y que el oleaje destierre mis dientes y sonrisas,

y las navegue a costas heridas, hemorrágicas.

        Es la escollera en que el joven y la muerte se unen.

Será el apagarse todo para verse nada;

será vencerse a uno mismo con sus propias armas

y un constante no darse cuenta que había tanto…

Será la andanza, la guadaña, el adiós a la juventud.

        Es ahora la tiniebla que enceguece; y el agua fluye.