Lágrimas brotan por mis ojos, sigo vivo, no sé si es castigo o premio, dudo de mi capacidad de sobrevivir, es como si un intruso viviese dentro de mí decidiendo cómo vivir, con la perspectiva errónea estoy existiendo, hoy cambié de escalón, y me siento más consciente de lo que era hace unas semanas, un cambio de humor me atacó para buenas o para malas; más ansioso, más histérico, más enérgico, todo lo contrario lo de hace unas semanas, deprimido con ganas de arrancarme la piel estando vivo, esto es lo que hacen los medicamentos que tanto los insulto, esto es lo que hace ser constante y tomarte el veneno diario, qué raro, tanta mejoría por fármacos que por dentro me hacen daño.
Pero no los culpo, mi odio hacia ellos es reflejo de mi odio propio frente al espejo, mi dependencia en sus sabores amargos, entregados por farmacéuticos con sonrisa falsa, y que la recetan psiquiatras con bata, no debe ser tan malo después de todo, todos parecen asimilarlo, tal vez es mi perspectiva la mala que se agobia con cualquiera.
Esto es un paso, asimilar que lo que me pasó de chico, lastima a ahora al de grande, sugestiona y condiciona al que está delante viendo su reflejo en lo azul del agua, y las consecuencias de lo sucedido, transforman a quien soy hoy en persona, y que las decisiones que tomé fueron porque fue lo único que podía tomar en momentos de ignorancia, porque ahora seré el ser más inteligente con mi nombre, cada vez aprendo más y mi futuro es tan brillante como el oro, cada vez soy una versión mejorada, un ser con alas para volar más alla y lograr sentirme bien, que es lo que tanto soñaba.
Esto es lo que pienso gracias a las pastillas que te cuento que trago con fastidio, o esa sugestión lerda de creer que me hace bien y genere su efecto placebo en cada dosis, efecto necesario para la vida diaria.