Siempre que me siento a escribir, o mejor dicho, que me acuesto, me viene el pensamiento del dolor que siento, palabras repetitivas en miles de textos, no puedo cambiarlas porque son lo que tengo dentro.
Hablo de angustias, hablo de lo que detesto, también de lo que no tengo, como el amor eterno, ni el propio ni el ajeno.
Siempre sobre fuego, sobre que hay un incendio dentro de mi cuerpo, de que me estoy quemando y nadie lo está viendo, que me estoy salvando solo y sólo siento que no podré hacerlo.
Podrido, desesperado, destruido, ésto es lo que veo cada vez que escribo, me aburro de ser siempre lo mismo, pero distintas palabras no hay en este vacío que tengo en mí.
Aburrido seré, repetitivo también, ¿me odio por eso? no te mentiré, sí, también me odiaré.
No escribo por escribir.
Me sentí super identificada. Siempre pienso en que soy monotemática. Cada tanto me pongo a leer cosas que escribí en distintos momentos de mi vida y advierto que habitualmente uso las mismas palabras, los mismos adjetivos. Mi escritura se siente repetitiva, sí. No tengo otros vocablos. A veces lo odio, a veces lo acepto, pero siempre lo entiendo; si escribo sobre lo que soy y lo que siento, ¿de qué otra cosa voy a hablar?