No quiero tener tacto, no quiero ser alguien que demuestra debilidad en la hora de contar lo que le causa el llanto, no quiero pensar antes de hablar, e imaginar, cuánto me podrá llegar a odiar si le cuento lo que siento de verdad, si bromeo con lo que no debería bromear, si camino como no debería andar, si las piedras del camino al final no son el camino que hay que cruzar, porque yo creía que sí, que era normal tener que saltar de piedra en piedra luchando por no caerme, con el viento en la cara y el agua que salpicaba, las piedras tan separadas, creí que era el camino con el que me tenía que guiar, pero me di cuenta, que en realidad es parte del camino de la vida que está lleno de diversas formas de caminar, primero está la infancia, tan alejado de las cosas afiladas, un camino donde vas criado y aprendiendo por las buenas o por las malas, a mí me arrebataron en ese, y surgió el hecho que más me entorpece; después te encuentras con caminos menos turbulentos que los que había en el pasado, pero ahora yo voy mirando, y lo que veo es que esto recién está comenzando, la corriente se va incrementando y sólo me queda zambullirme en el agua y nadar hasta no poder más, porque ahí es donde realmente un esfuerzo estaré haciendo, salir de la zona de confort que tanto estoy sufriendo, empezar a salir y encontrarme que puedo vivir sin arrepentimientos.
No escribo por escribir.