Apuntes sobre comunicación y medios (27)

I

Soy un artesano fabricante de sillas, con experiencia. También enseño a hacer sillas. Conozco muchos modelos, tengo herramientas, distintas maderas, aplico varias técnicas. Estudié bastante la historia de las sillas y soy aceptablemente didáctico. Viene uno que me dice que hace sillas y que quiere aprender a hacerlas mejor conmigo. Bueno –pregunto- ¿y qué tipo de sillas hacés?, ¿qué sillas conocés?, ¿cuáles te gustan más? El tipo dice “te muestro” y saca de la mochila una pava de acero. “Como éstas”, dice. Le digo que eso no es una silla, que si la definimos por su función, sirve para cebar mate, no para sentarse. Y si la definimos por su estructura, sus partes articuladas y la forma resultante no se asemejan a lo que conocemos como silla. Ni hablar de que son necesarias diferentes herramientas para construir cada cosa. “¿Cómo sería una silla?”, pregunta él. Me levanto y le muestro la que estoy usando, agarrándola en el aire de una de sus cuatro patas: defino sus partes, acaricio el asiento. Después en el Google le muestro modelos: vienesa, DSW, Tolix… Las describo, le cuento su historia, las particularidades de cada una y las influencias de su diseño. Me dice que él no sabía que eso eran sillas, que sus amigas siempre le dijeron que hacía lindas sillas (en ese momento señala la pava) y que en todo caso la de él podría ser otro tipo de silla, algo innovador, personal. Dice que no parece necesario, menos en esta época, apegarse tanto a las tradiciones, que por algo estamos como estamos, que hay que olvidar el pasado. “Vos podrías desarrollar tus propios modelos de sillas, pero para eso tendrías al menos que conocer unas cuántas, incluso copiarlas y sentarte en ellas a conciencia”, respondo. Y agrego “es como el standard de jazz: si los músicos no saben todos el tema original, no pueden improvisar cosas nuevas sobre eso”. El tipo insiste en que eso que él hace es o puede ser (“puliéndola un poquito”) una silla, que es cuestión de que el público se haga a la idea, y como yo insisto con la función del objeto, me responde bajándose los pantalones, metiéndose el pico de la pava en el culo y sentándose con dolorosa dificultad sobre ella.

II

una jueza prohibió una vez a todos los medios y redes del país la mención a diego latorre (creo que es o era un jugador de balompié). ups, creo que acabo de contrariar a la justicia, escribí diego latorre. aunque acaso, esta segunda vez que lo escribí se trataba de otro diego latorre. (si ud. anda buscando un ejemplo de gente ignorante con poder, los mejores ejemplos suelen estar entre los magistrados)

III

el uso de la expresión «caja de herramientas» -aplicado a cualquier cosa que no sean los oficios de mecánico, electricista, plomero, gasista o carpintero- me parece un eufemismo feo, además de una impostura grosera

IV

el fetichismo es -en última instancia- un procedimiento del pensamiento, por lo tanto del lenguaje y por lo tanto del erotismo. el fetichismo se sostiene en una figura retórica que es la metonimia (pars pro toto, la parte por el todo). el fetichismo es metonímico: los pies, o los zapatos, o mi obediencia o lo que sea representa el (siempre inexistente) todo sexual/ amoroso

V

#PorMiConchaSoloPasaráGenteEnDeconstrucción. encontré esta frase que me dio una idea para un ejercicio de taller de escritura: escriba un hashtag que incluya las palabras «concha» y «deconstrucción» y cuyo resultado sea muy horrible

VI

quisiera reconsiderar la palabra «respeto». la tele y las maestras nos han acostumbrado al eclecticismo de la boludez: hay la orden de apariencia democrática de «respetar» cualquier opinión, por más infundada o cuestionable que sea. Aquí el respeto parece querer decir «la opinión del señor no se toca con la inteligencia». si se renueva la palabra «respeto» recordando -paradójicamente- sus usos previos, resulta que «respetar» es prestar atención a una cosa, no disculparle su idiotez. es decir: decirle facho a un facho, o gil a un gil, es muy respetuoso. decir en una discusión: «mire, hay otras tales razones que iluminan lo que usted dice» parece tan apropiado como decir «ud. es un nabo». pero decirle «cuide su tonito» es más perverso que decirle callate, y es una verdadera falta de respeto

VII

una vez fui a conocer a una chica a un café. por chat mandaba unas fotos hermosas: era una morocha de rulitos jetona, culona, jovencita. cuando llegué a la mesa vi que la chica era el doble de gruesa y tenía el doble de años que en sus fotos. no me molestaba tanto esa diferencia, lo me que daba miedo era que ella creía que era la de las fotos

VIII

lo bueno que tuvo el uso de la palabra «empoderar» por parte de los del pro es que el término volvió al tipo de discurso del que nunca debió haber salido

IX

entro a una página de sexo (que es de sexo, se llama algo así como «Gente-que-tiene-más-ganas-de-cojer-que-de-vivir»), busco una chica que me guste la foto y leo su perfil. en sus preferencias dice solamente «Deleuze». miro otras preferencias de otros perfiles de otras chicas, porque esto me parece raro. y leo: «Mentalidad abierta, me gusta todo», «Me gustan los hombres mayores que saben hacer bien el sexo oral», «No te cuento mis preferencias, vas a tener que descubrirlas», «Me gustan las trav activas», «Quiero experimentar con una pareja de mi edad» y cosas así. todo bien con Deleuze, ponele, aunque no es uno de mis filósofos favoritos. pero, además de distinguirse ¿qué busca la chica que pone «Deleuze» entre todo eso? puedo entender que cierta distancia en tal contexto es casi erótica, pero ¿no es muy cabeza?, ¿no es mucha la distancia?, ¿no será un mal augurio? ¿o se trata de un mero código identitario? podría ser su intención poner un filtro de clase social, que de hecho lo es, lo sepa ella o no. o ella podría haber puesto «Si no me seducís intelectualmente, olvídate de la concha», aunque hubiera sido, también, muy directo. ma sí, yo le escribo. mi primera frase, que le va a encantar, será: «¿Quién es Deleuze? Me suena a un actor francés de pelis de acción… ¿no?»

X

«La nueva Aquarius Levemente Gasificada viene con burbujitas, chispitas y onomatopeyitas». si después de leer o escuchar este eslogan alguien compra esa gaseosa, merece que le produzca incontrolables pedos

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