XII
Más vale que sabía que el Ezequiel era mi primo. Teníamos como trece. Jugábamos a la pelota o a las escondidas de chicos, estaba todo el día en mi casa. Se quedaba a dormir seguido, aunque estaba a tres cuadras. Jugábamos en la cama a la tarde o mirábamos la novela, después empezó a quedarse a dormir a la noche. Y así de a poco me fue toqueteando cada vez más y le sacaba la mano, hasta que yo ya sabía que íbamos a hacer eso. Me doy cuenta cuando lo vamos a hacer porque viene a la siesta cuando no hay nadie y me dice ponete la pava, pero se ríe de una manera que yo ya sé. Y bueno, cada tanto lo hacemos a escondidas porque hace como cinco años se casó y tiene dos nenes y la señora acá en el pueblo. Era el único que me podía meter el pito porque no era mi hermano.
XIII
Viene uno que sabemos que roba cosas. El chabón tiene una bici con patas y la levanta para atrás, y unas lijas de esas redondas que pedalea y afila. Todo el mundo sabe que siempre viene a fin de año y roba. A la mañana toca la flautita esa y grita afilador, a la tarde después de comer pasa pasa casa por casa y te afila una tijera o un cuchillo y te cobra barato, y a la tardecita o la noche pasa de nuevo y si no hay nadie a la vista te saca algo del patio o del livin, pero algo no grande como una tele, ni algo chico pero caro como una compu. O sea que una afilada te sale masomenos cuatro veces más que una afilada común. Pero no lo denuncian, ni el inglés lo denuncia. Mi abuela dice que el tipo se llama Cullén y que viene todos los años desde antes de que la mamá de ella naciera, como ciento cincuenta años.
Escritor, periodista, guionista y docente. Coorrdina talleres de escritura literaria y académica y hace cada tanto programas de radio.