1

Lo que creo que es constante en mi trabajo es la nostalgia por la vida, la sensación de estar excluído de alguna manera de ella, lo que no disminuye sino que aumenta mi amor por ella.

2

Si usted cree que soy un no creyente, entonces me conoce mejor de lo que yo me conozco a mi mismo. Puede que sea un no creyente, pero uno que tiene nostalgia de la creencia.

3

No creo que volvamos a tener una sociedad en la que los hombres sean libres. Uno no debería esperar tal cosa. No hay que tener esperanza en nada. Los políticos inventaron la esperanza para tener al electorado contento.

4

El poder funciona transformando la conciencia, es decir, de la peor manera: instituyendo unos valores que son alienantes, mentirosos; son los valores del consumismo.

5

Pasolini – Propongo modestamente, a la manera de Swift, devorar a los maestros de escuela y a los directivos de la televisión italiana…

Periodista- Tal vez sea carne un poco dura

Pasolini- Bueno, los italianos tenemos buen estómago

6

Periodista francés – ¿Piensa que los cienastas han llegado demasiado lejos?

Pasolini – Pienso que la posibilidad de escandalizarse es un derecho, y escandalizarse es placentero. El que rechaza el placer de escandalizarse es un moralista

Periodista francés – ¿Por lo tanto el sexo es política?

Pasolini – Naturalmente. No hay nada que no sea político

7

En la lengua del fútbol pueden hacerse distinciones de este tipo: el fútbol adquiere subcódigos desde el momento en que deja de ser puramente instrumental y se hace expresivo. Puede haber un fútbol como lenguaje fundamentalmente prosístico y un fútbol como lenguaje poético.

8

En el fútbol hay momentos que son exclusivamente poéticos: los momentos de gol. Cada gol es siempre una invención, una perturbación del código: todo gol es ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Precisamente como la palabra poética. El goleador de un campeonato es el mejor poeta del año.

9

Parece ser un lugar común considerar «Cien Años de Soledad» de Gabriel García Márquez (libro recientemente editado), como una obra maestra. Me parece absolutamente ridículo. Se trata de la novela de un guionista o de un costumbrista, (…) escrita casi para el uso de una gran empresa cinematográfica. Los personajes son todos mecanismos inventados -a veces con espléndida maestría- por un guionista: tienen todos los tics demagógicos destinados al éxito espectacular.