1. en el papel la escritura siempre se borra es el árbol que reclama su savia o el tiempo que siempre pasa o el agua que cayó de un florero cualquier cosa acusa a la tinta y a la mano que está sucia de tinta 2. hay un zumbido en el aire que no es de las ruedas del auto ni el eje gastado del molino ni el viento que toca los pastos ni la pluma del pájaro en el cielo ni las alas de cuatro moscas constantes. no es el ruido plateado que hace el sol al mediodía, no es el runrún de la tierra, ni todas las máquinas de la ciudad distante, ni el clamor verde de la pampa, ni hormigas ni topos ni peces. hay un zumbido en el aire 3. señalar con el índice azarosamente al vacío no es apuntar a la nada, es llamar a lo invisible. lo invisible tiene un cuerpo gruesísimo y extenso, es fácil de apuntar. pero no es fácil que responda algo que se entienda, no es fácil que el vacío conteste a la pregunta de un dedo que se hunde a cada rato en el cuerpo claro de la nada 4. bien adentro de la pequeña torre de barro cocido que es cualquier casa hay el vacío de todo corazón. el vacío pesado que antes hubo en la noche turbia de las ciudades agitadas, en el hueco que deja la quietud del artificio, ya no está ahí. se mueve todo el tiempo la nostalgia que busca el pozo que hubo para salir de él, y no sabe adonde se ha dejado estar 5. bien miradas -de muy día y con los ojos entrecerrados- las campanas de bronce se ablandan y son de agua, traen unas voces graves adentro y el grito aniñado del metal. el que toca las campanas hace un desastre: acuchilla el aire con virutas doradas y suelta al mismo tiempo esa voz tersa y oscura de río que queda en el eco. a veces hace falta mover un poquito el aire, aunque eso sea el llamado apabullante y triste que turba los domingos en la punta de la iglesia 6. es de miedo olvidar. algo puede perderse que sabe a lo que siempre falta. el olvido hace falta, llenar con aire las heridas do la sangre del tiempo se pierde. no sé qué pasa si te olvidas que te olvidás 7. no está mal que intentemos el gesto amoroso o publicitario de acariciar suavemente la oreja del prójimo, sobre todo de esos prójimos que vienen de una vida de escuchar poco y mal. aunque es hora de decir que los muertos son muertos y no son fallecidos 8. no voy a golpear ninguna cacerola nunca. ninguna jamás por ningún motivo. son caras las cacerolas y cuando un idiota las bate se agujerean y entonces se sale el caldo, se sale el agua de arroz que sirve para tantas cosas. y peor: el golpe suelta del fondo ese otro pedacito de papa seca que bien hubiera yo agregado a la sopa para hacerla más nutritiva. golpear una cacerola siempre es tirar comida
9.
claro que se puede/ cortar un pomelo o/ lo que sea y ponerle/ azúcar o comerlo y/ manchar el cuaderno o/ confundirlo con el sol/ de esa mañana/ o con el sol de una/ bandera y dejarlo/ ahí siempre en el/ blanco del plato o/ dejar una nota/ que diga que estaba/ tan dulce tan frío y/ se puede tocar/ el amarillo hay/ que morder la piel/ ver todo el filo/ del cuchillo oír/ cómo se rompen/ adentro los gajos/ saber qué pasa/ en la boca qué/ se hace con la lengua
Escritor, periodista, guionista y docente. Coorrdina talleres de escritura literaria y académica y hace cada tanto programas de radio.