Un fantasma me atormenta por la noche.
Es así o así lo siento.
Él llega y se aprovecha de mí,
me ataca en la noche fría y desolada,
sabe que en la oscuridad tiene la ventaja, y también sabe cómo aprovecharla.
No tiene piedad, ni remordimiento.
Su plato favorito son los seres a quienes sus almas los han rechazado.
A veces, varia su tortura para divertirse un poco más,
pasa de pensamientos desgarradores a inseguridades que te aquejan.
Aprendió como entrar en mi mente, sin importarle ninguna barrera,
y usa los recuerdos incrustados en ella para tomar fortaleza.
Busca verme quebrado, sin fuerzas, débil y entre lágrimas.
A punto de derrumbarme en un vacío interminable, y sin importar que el terror me invada,
decido que no debo renunciar a todo lo que amo.
Si es necesario, lo enfrentaré una y mil noches más.
Cuento con armas poderosas, unas memorias que atesoro, y también,
la claridad de la mañana que me despierta.
Gracias por leer…