Me paro a contemplar el final de las notas, es como ver el final del camino, espectadora que abandona el intento de abrir puertas, mientras quema en mi garganta el ahogo que anuda mi pasaje, poca es la distancia, en esa cerradura gotean mis palabras, horas tras horas de esta semana.
Sabía lo dificil de buscar la huella en el camino, me dispuse sin temor con todo perdido.
No teme la luz que pasa sobre huecos retorcidos.
Sabía lo dificil que enfrenta mi tonta soledad paupérrima, recité a viva voz mi ímpetu al verosímil flagelo que respira mis escritos en la maquina de la ventana.
Su inspiración arrasa mis ganas, mis intentos, mis enojos, mis búsquedas.
Sé lo dificil que es cruzar las mantas machistas que violan mi privacidad, escondidos sobre muros rotos.
Es el atropello un desconcierto delictivo del modelo inhospito de los burdos, absurdos y venenosos matar mis días. Todos los días.
Escribiendo encontré una pasión y así como se viven las pasiones escribo.