Quedó entreabierto, plagas de papeles asomaban desaliñados, entrecejos de agilizar el tiempo en ese medio que define cerrar, abrir.
Presagio desleal a los hechos del papel, gritándome, escribe aquí,sobre la mancha que dejaste ayer, al derramar el té.
La hoja arrugada, en el cajón del medio, me hablaba, bromeaba con sorna su prestancia.
La ignoré, empollando la carátula impoluta sobre la nueva sin trazos.
Sesión magnífica inexistente, del blanco en pixeles lisos, renegaba del arrugado borrador en el cajón del medio.
Mi hoja nacía en letras nuevas, expresando ¡yupi! Soslayando conscientemente, altanera y arrogante, portando un ego presuntuoso, concluyendo. la idea cerraba.
La tranquilidad de lo aparente, timadora calma, me consumía, me carcomía, allí el cajón del medio, la arrugada hoja era poderosa, pedía mis ojos, yemas o algún corrector, la tensión sumaba atisbando al cajón del medio y movió mis pies y en ese impulsó la tomé
y fué la nueva… al cajón del medio.
Escribiendo encontré una pasión y así como se viven las pasiones escribo.
Ése cajón que se niego abrir.
Todos mis cajones están así, es más, cada vez que los abro, los oigo como si fueran los medios solicitando una nota… ¡Ingenioso!
Sii Gracias! Para mí que tienen vida, hasta que o los órdenes o quemas. Los papeles NO EL CAJÓN