El reflejo de un niño

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En la peluquería de mi madre, se oían las largas charlas de las señoras que concurrían cada tarde para arreglarse el cabello: Doña Cuca, la Chona y Gladys. Mientras transformaban sus cabelleras, y entre el zumbido de los secadores, sus voces femeninas llenaban el pasillo de historias familiares cotidianas. De algún modo inconsciente, me convertí en confidente silenciosa de sus alegrías y pesares. Esos diálogos me invadían, transmitiendo los sentimientos y las sensaciones de aquellas personas.

Recuerdo la voz de Gladys llena de orgullo comentando los logros de su hijo.  Un muchacho trotamundos, de espíritu libre que había fundado su propia revista independiente.

A veces, en las mañanas, cuando observaba los transeúntes reflejados en el espejo de la entrada, por la intersección de las calles, veía pasar al joven en bicicleta, hasta que lo perdía de vista, detrás de los muros. En esos instantes reflexionaba en su vida bohemia, lejos de las rutinas. Mi curiosidad se transformaba en incógnita sin resolver.

Claro, mi interés me llevó a descubrir la singularidad de una persona inteligente e impredecible que atraía. Al fin de cuentas, estábamos muy lejos de los destinados a las coincidencias. Éramos dos personas que vagaban en laberintos diferentes y quizás nunca llegarían a cruzarse.

En el umbral de las madrugadas de un borrador auguró otras revelaciones de los posibles. Tal vez ese encuentro llegó a existir. 

El solsticio invernal escribió otras páginas en una revista, como designio de un mensaje indiscreto que se alojó en el diván.  La vía de tiempo, como las estaciones, traza ciclos cambiantes, transmutando. Se viste de hojas secas para dispersarse y esconderse con el viento, luego se cubre de brotes verdes y húmedos, estallando de nuevas formas. 

Las hojas amarillas, vestigios de otoño y las flores nacientes, símbolos de primavera, se entrelazaron como dos destinos que se fundían bajo la lluvia que se posaba en mi vientre y esbozaba los rizos de un nuevo ser, con el corazón y el amor reflejado en el espejo de la vida de un niño.

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