El desgaste del enfoque digital en artículos, informes y estadísticas que mencionan la contradicción simultánea de acercar y alejar, es la fricción inherente de todo lo que convive en la condición humana. Trillado, pero existente, lo más interesante es: la contradicción expuesta al escrutinio público, sin reglas, ni límites. Y allí estamos alojados, inmersos venerando los universos de la confusión magistral, conectados.
Un ser observa como un todopoderoso, las lágrimas que no caen y las caritas alegres que se propagan en la multitud de seres mendigos temporales, abstraídos en lo breve y superficial.
¿Se propagará el virus obsesivo y apasionado que navega en la ubicuidad? Un plano de existencia que ni siquiera yo sabría comprender. Es la dimensión extensa pero intangible del sentimiento mendigo, con vericuetos de redes sociales, sin chances reales. El abrazo se convierte en un simple “abrazo virtual” en un emoji o “nos vemos” a través de una cámara virtuosa y el amor en dibujos de corazones, un me gusta o un gif animado.
No sé si soy un ser mendigo de cincuenta años o más, por la chanza de un boleto a la felicidad, o la revancha de la soledad remilgada con la ambición de aparentar que todo está bien en la marquesina de fotos y eventos trucados como el cuento de la cenicienta en la carroza del príncipe azul.
No sé si es un tema generacional, que escucha la canción de Charly García “La máquina de ser feliz” construida en su música, afanando la utopía. Ese deseo de su humanidad que expresa: “hay tanta gente sola” y resulta cada vez más evidente la presencia de la máquina de la soledad en la era de la comunicación.
No sé, puede que los sentimientos y emociones de hoy se manifiesten de manera diferente o muten. Que el boleto y la revancha estén en otra canción de “La máquina de ser feliz” con la inteligencia artificial, un chatbot que simule compañía o un algoritmo que predice y manipule nuestras emociones.
No sé, se me ocurre conectarme, hacer clic y escuchar la canción de Charly mientras hay tanta gente que sigue llorando y está sola en “la máquina de ser feliz”
Escribiendo encontré una pasión y así como se viven las pasiones escribo.