Dejó el trinar de aves
en las manos
que saludan el alba,
a las cinco.
Dejó un rayo
de gratitud que nacía,
a las seis y media.
Dejó mariposas
en las puertas que abría,
a las nueve.
Dejó un suéter
en cada esquina,
a las doce.
Dejó labrados
en oro
Artistas de fuego,
horas temidas.
Dejó aciertos
noches que morían,
a las veintitrés.
Dejó afectos
Valientes de semillas
Raíz y flor
de
las catorce.
Dejó un amor gitano
tramposo ajedrez,
festeja a las veinticuatro
Dejó un mundo
en latas de amor
sedientas de horas,
a las dos.
Dejó tierra antigua
cóndor del soneto
honor sin palabras.
en las horas del fuego.