Viajante sepa:
este no es un refugio,
son los vestigios
de la morada mía,
huellas de escombro
en pampa seca.
Techo y paredes
no le darán cobijo,
la noche abrió
con daga fría el velo
que el sol traspasa
en sedienta agonía.
Aquí no crecen
ni raíces ni espinas
que alimenten las moscas,
los pisos son
baldosa tosca
bajo el polvo denso.
Hogar sin lumbre,
todo se hizo leña,
hasta las pieles,
y el óxido marca
fugas en lo ya inútil
de mi pasado.
No encontrará
rastro de esa existencia,
gestas gastadas
en las obras ajenas,
solo esta exposición
de cruel miseria.
Que ella le sirva
como hice yo en vida,
pobre consuelo
salpicado con ecos
de risas fuertes
y la sal de las lágrimas.