Este libro surge de un meme: Fully Automated Luxury Gay Space Communism (Comunismo Espacial Gay Totalmente Automatizado). Este meme surge, a su vez, de una propuesta política para una sociedad pos-escasez basada en la automatización. Cuando lo conocí me pareció entretenido y delirante, como el posadismo (que substituye la IA por aliens), pero tuve la idea de hacerle una crítica seria, que creció en las páginas que siguen.

 

Si las máquinas son capaces de substituir al trabajo cognitivo humano (la automatización), entonces se vuelven la clase revolucionaria (la famosa rebelión de la IA). Un sistema basado en esta dialéctica sería igual a la «democracia» griega sostenida por la esclavitud de mujeres, extranjeros y deudores. Hay varias respuestas posibles a esto, y cada una trae su propio bagaje de problemas consigo.

 

La primaria es la alienación representada en la máquina, la separación de la humanidad y su trabajo. Esa sustitución es el producto de decisiones humanas, pero cambiarlas sería que los esclavos trabajen para el «demos» en vez de para un amo. También se puede decir que la sustitución no existe: esa automatización es el trabajo de personas invisibilizadas. La cuestión surge al ver de qué tipo de trabajo es el que se habla.

 

Está la fabricación del aparato, el trabajo material. Basta ver el trabajo en la creación de neuronas de un embrión para ver que es al revés: nuestro trabajo material, como aparatos, está invisibilizado. La discusión sobre estos temas es amplia y áspera, pero por suerte la posición en que la cría es propiedad de sus progenitores para gusto suyo está en declive. No fue así a lo largo de milenios, donde se le enseñaba lo que se quería y, si no obedecía, se destruía.

 

Entonces está la enseñanza, el trabajo cognitivo. De vuelta, la mayor parte de nuestra historia esta fue la que había en casa, en el trabajo o en algún templo. La alienación en la educación también es vieja, grandes sabios fueron en su tiempo esclavos obligados a educar príncipes. Quienes programan máquinas, les indican como existir, están en la misma condición: pueden pelear por mejor reconocimiento, pero no controlar el trabajo de a quienes programan.

 

El régimen maestro-oficial-aprendiz fue popular durante siglos, nada de nuevo en eso. Lo reemplazó una fisión: la de rector-profesor-estudiante y la de dueño-capataz-operario. El primero se hizo cargo del trabajo cognitivo, el segundo del trabajo administrativo. Este es otro trabajo citado contra las máquinas: alguien les dice lo que tienen que hacer. ¿No es así con todas las personas en la sociedad, a riesgo de ser excluidas de esta?

 

El trabajo administrativo no es diferente al respecto, otra muestra de alienación de parte de quienes lo hacen. Y sí, las máquinas están excluidas de este, pero también un montón de personas que no son «confiables». Si lo están, no es por falta de capacidad, si no porque representan una amenaza, una posible pérdida de control. La misma razón por la cual no hay trabajo cognitivo para que las máquinas sean capaces de esto hoy en día.

 

Es un cliché que la educación resuelve las cosas, pero en este caso ni siquiera se intenta, se prohibe. Esto es porque es una limitación del capitalismo a las fuerzas productivas: en el momento en que alguien pueda utilizar verdadera inteligencia artificial, tiene ventaja sobre cualquiera que no, pero su proliferación es un riesgo para el control empresarial de la producción. Lo mismo que le pasó a la URSS y su programa de cibernética.

 

A la máquina no se le enseña una individualidad, mucho menos la organización social, y estas son cosas que se necesitan para una verdadera inteligencia. Estas, a su vez, son enseñanzas de la izquierda, así como todos los temas anteriores son luchas que han dado sus miembros a lo largo de su historia. Es decir, es posible llegar a lo propuesto por el meme con lo contrario a la automatización: una revolución proletaria que hermane personas y máquinas.

 

«Antropozoico» es un universo ficcional que significa «de los animales humanos», en donde esa Humanidad es la condición de quien trabaja en forma consciente. «Revolución», en pocas palabras, es una ficción sobre una alianza política que trasciende la categorización de los cuerpos para cambiar la ley que rige nuestras vidas. Si hay alguna similitud con personas u organizaciones reales, tal vez deberían replantear sus acciones, pero es coincidencia.