Si no canto lo que siento
me voy a morir por dentro
Spinetta.
Son las 3 de la mañana y llueve.
Hoy te vi.
No me había dado cuenta del tiempo que había pasado, hasta que te vi. Fue algo muy casual, nada planeado.
Tenía miedo de que llegara el día que nos cruzáramos nuevamente, que habláramos; pero me hablaste tan hermoso como siempre, que hasta me hizo pensar que podíamos volver el tiempo atrás y volver a ser lo que fuimos.
Pero ahora estoy en mi cama, reproduciendo en mi cabeza uno de los tantos monólogos que planeo decirte el día que decidas hablar realmente conmigo. El día que no sean charlas triviales, sino que me dejes explicarte eso que me pasaba hace cuatro meses atrás.
Pero siento que es imposible, que nunca voy a tener esa oportunidad, y sé que me lo merezco.
Te lastimé, nos lastimé. Arruiné lo hermoso que éramos, pero si no lo hacía en ese momento lo iba a terminar haciendo más tarde, inconscientemente, e iba a ser mucho más doloroso.
¿Me creerías si te dijera que todo lo hice pensando en vos? ¿Que siempre pensé en tu bienestar antes que el mío propio? Porque sé que no parece, pero te juro que fue así.
Busqué la manera que yo creí que te iba a hacer menos daño, pero fue un error mío tomar una decisión por los dos sin dejarte opinar al respecto. Te impuse el exilio, aún sabiendo que te iba a necesitar y extrañar en mi estúpido corazón. Pero sigo creyendo que fue la decisión correcta.
Cada día observo lo fuerte y seguro que está tu corazón, mientras que el mío está cada vez más en la ruina. Pero sé que valió la pena, al menos para vos.