¿Quién no se ha olvidado alguna vez?.
Los faroles alumbran sobre la noche de verano, los vehículos pasan apresurados sobre la avenida, ¿será que se sienten olvidados?. Tal vez podrían haberse olvidado de algo o alguien, entonces corren a su auxilio o tal vez a su exilio.
Olvidarse de aquello que recordamos nunca resulta bueno, la tinta y el papel jamas dejan que eso suceda, no olvidan los recuerdos que siempre tenemos incrustados en nuestro pecho. Por allí, olvidamos aquello que tenemos presente por la sola razón que tratamos de negarlo y así y todo luchamos en los frondosos abismos para no tratar de olvidar-nos.
¿Qué será de nuestro cuerpo cuando ya no esté?, quedará sumida en las profundidades de cuatro paredes dentro de algún cajón o debajo de la tierra.
Nuestra alma jamás podrá olvidarse de la esencia que tenemos, de los besos que dejamos, de las pieles que tocamos. Quizás nos olviden, me olviden, lo olviden, pero un recuerdo siempre quedará.
Nos diremos los olvidados, porque entre los aromas más profundos y las noches de verano más intensas, las almas rondarán por las mentes mas brillantes y los recuerdos más intensos.
Me diré el olvidado, porque bajo estas letras que tanto extiendo vaga un escrito que sopla con los vientos de las noches pasadas, recordando aquello que dejé escapar pero que aún persigo en los silencios más penetrante de mi alma olvidada.
Autor: Nicolás.