Se preguntaba si lo que sus ojos veian era lo mismo que reflejaba su descanso nocturno o solo un rostro en reposo, pero lo que en realidad era, ya no sabía si fue o es.

  Surgía una lamento en él porque no había dormido lo suficiente y volvian sus ojeras letales, sombrías, sinonimo de una hoja por escribir, tan así, tan literal como esto.

  Inquieto iba por la noche moviendo su lapicera de un lado para otro, procurando incertar en su hoja, sus ojos profanados en incertidumbre pero con un cálido andar en su interior. Probablemente se sentía cómodo dentro de su placer más inmediato que era la palabra escrita, símbolo de su yo más inmediato.

  Despertar de su insomnio podría ser colateral para su inconsciente y nada más aterrador para su sueño que su letra se sintiera alienada por sus luchas inestables, prófugo de su estadio por este andar.

  Resolviendo cada estrofa minuciosa-mente logró plasmar en su consciente un acuerdo con sus palabras, una tregua con sus ojeras y una pequeña, pero muy pequeña pausa con sus insomnios, logrando guardar sus demonios para otro día de nostalgias literarias.


Autor: Nicolás