Su mano derecha esconde un tatuaje
una flor de colores sin terminar
El pelo lacio cae sobre su ojo derecho, como si su rostro también estuviera sin terminar
Mira sin mirar
Mira y agacha la mirada
La puerta se abre y el ángel de blanco la llama por su apellido
Afuera, el barro y los escombros
Una señora habla con nadie sentada en un viejo banco blanco de madera, quien no vemos, la escucha atentamente
Todos necesitamos algo de atención
En frente, las ventanas, por la cual, alguna vez mi viejo me saludó
Alguna vez, todo fue mejor.
Las palomas decoran las paredes desde las canaletas galvanizadas
Ellas vienen y se van cuando quieren
Los hombres vienen y no siempre pueden irse.
Las paredes no esconden secretos, muestran los ladrillos que hay en su interior
Adentro, las personas esperan hacer los mismo, desnudarse frente al ángel, sin secretos esperando ser reparados.
La puerta se abre, ella sale, con los ojos nuevos y el cabello recogido.
Nicolás Gonzalo Toloza.