Perdón al lector desprevenido

soy un virus en una página de poesía

un troyano en tu teléfono

un eco del vacío en tu oído

una antipoesia que se paspa con el autocorrector

el grito silencioso del dolor en el hueco

el espasmo final de la lucidez

soy el que no entiende

el que no piensa y siente y se arroja

y se enreda entre las lógicas de un algoritmo penitente

soy el que juzgan como la peste

de un amor que irrita a quien lo tiene

y que se vuelve filo con quién no comprende

no me interesa la estética de las góndolas

yo solo miro la grieta en la baldosa como un tele

soy la lujuria que dejé en tu almohada

y el desganado morir de hambre por lo que siente

soy la duda en cada amarra

y la llave caída debajo de la cama

soy el temblor sísmico de lo que nunca alcanza

la parafernaria solemne de un cumpleaños pobre

soy el deseo y la tentación de verte

y quién sufrirá tu rechazo y el de tu gente

soy la pena llorando en el río invisibilizada

el amor lejos y el dolor cerca

la culpa de mierda

El calor de la basura orgánica

la espera que desalienta y desespera

por nada te quiero

por todo me alejo

y me vuelvo viejo

entre la novedad que ya es vieja

soy la palabra que arranca

y se derrama sobre las hojas secas

el sinsentido de un texto

el sentido texto que no se entrega

que no busca lectores sino tus ojos

tus ojos que ya no me miran

el asco de la tristeza que quiere ser alegría

pero pesa sobre la gente que me envenena

todos los días son fríos

aunque arda la tierra

son sepia

son aspa

molino

cometa sin hilo

todos mis textos

son uno solo

la carraspera que no puedo susurrar en tu oído

amor de tipo

que es el mismo

pero lo define la verga

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