Floreada o de plata, un poco regalada
Te amo tanto que, si pudiera,
arrancaría mi corazón de mi pecho con mis propias manos para dártelo en una bandeja floreada.
Cauterizaría las heridas que quedaron marcadas, cuando el hacha todavía no estaba enterrada,
para que mi estúpida y poco destilada sangre no manche tus manos tan delicadas, que a veces no se animan a acariciarme.
Pero sé que mi enamoramiento solo crece, y que capaz el tuyo se achica por mi incompetencia.
A medida que crece, duele
más, porque siento el miedo de que solo va a estallar.
Pero como el corazón ya no es mío y la bandeja se va a quedar en la mesa,
solo me voy a quedar.

