Me siento leproso, a diferencia de cuando era de hierro.
Porque hace cinco años, era de hierro, y el hierro tiene más aguante que el alma. Ese aguante, esa resistencia de hace años que se perdió y no puedo, y tampoco sé si quiero, volver a encontrar.
A veces, por no decir siempre, vuelvo a repasar mi caída originaria, la imagen de ella como santa inmaculada maternal y protectora en su dulzura justiciera me hizo caer. ¿He sido una mala persona tener un pensamiento tan ególatra y miserable?
Verde, marrón, azul; colores de una infancia que no existió. Ya no sé lo que existió.
Acusaciones, difamaciones, exageraciones pasean por recuerdos que ya no parecen míos
Me siento leproso, porque la mirada acusatoria alrededor es tangible para mí. Las opiniones inquisidoras me rodean, o al menos eso creo.
Me repito todo lo que hice mal; me doy vergüenza.
No tengo buenas ideas, no tengo cualidades deseables, no soy bueno en nada, no soy suficiente para nada ni para nadie.
No por nada jamás recibo cumplidos, tampoco es que los desee, solamente es una evidencia de mi sesgo negativo.
No soy interesante, no soy inteligente, no soy divertido.
Solo soy raro y ni siquiera eso hago bien.
Y para calmarme me repito
no soy malo, soy distinto
no soy malo, soy distinto
no soy malo, soy distinto
Como si ser distinto fuera excusa para equivocarse
¿Cuándo me volví así? Ya no soy lo que era hace cinco años. ¿Traicioné mi ruta original?
La confianza que genero a es traicionera, sé que hay quienes piensan que soy una carga, un entrometido, quisiera hacerles entender que solo soy débil y necesito ayuda, pero no me creerán
Pero finalmente las cosas van siendo un poco más normales, si es que alguna vez lo fueron. Hay una esperanza en la amistad, la forma más digna y honesta del entendimiento humano, pude ,tras años de que nadie me haya siquiera dado la oportunidad, conocer a quienes comprendieron que , en definitiva solo soy humano.
No necesito volver a ser de hierro, porque en realidad nunca lo fui, y porque tampoco soy un leproso, es mi cabeza la única con lepra que no tiene aguante, pero la lepra en mi cabeza podrá extinguirse y sanaré, como dicen los Beatles, “Con una pequeña ayuda de mis amigos”.
Cada tanto me acuerdo que ocho mil millones de personas habitan el mundo. Yo también me digo que no soy mala sino distinta, como para consolarme. Pero de repente es una tarde con sol y al lado mío hay gente que no me considera ni mala ni distinta ni leprosa, y con quienes no tengo que ser de hierro (aunque nunca lo fui), y entonces sé que algún día sanaré. Dicen que lo que ves en otros existe en vos mismo también. Me encantó lo que escribiste. Gracias por compartirlo.