Me levanto por las mañanas con el sonido de los pájaros tordos que descansan en el alto árbol que está detrás de la ventana de mi habitación

Esperando que el día sea productivo y las malas vibras no ronden por el lugar

Estrujo mi espalda luego de haber tenido un sueño profundo del que costó levantarme 

Analizó el sueño…

Buscando el por qué de cada escenario y actuación en él. 

¿Que me estará pasando?

Prendo un sahumerio porque me enseñaron que cuando uno se levanta en ese modo hay que correrlo con el fino humo con aroma a vainilla,porque ese olor me recuerda más que nada a mi niñez cuando mi mamá lo hacía.

Me coloco la ropa más casual y de casa que encuentro porque voy directo al patio de casa a buscar las leñas que parecen que prenderán más rápido. Encontré una goma,de chico me dieron el consejo de que con la goma el fuego prende mas rápidamente. Le doy calor y comienza a soltar chispas en las que si me distraigo me quema.

La carne me espera sobre la mesa de madera gruesa que construyó un carpintero conocido de mi barrio, piso de ladrillo recién regado para que la tierra se asiente y techo de tejas que se fueron opacando con el paso de los años.

El agua hierve, porque tardé un poco en hacer arder la madera. Busco la mezcla de yerba que preparo mi papá porque dice que el mate es más rico. No coloco ningún tipo de yuyos porque se que cuando se levante me mirará con una cara de “¿Otra vez?”. Entonces lo dejo así simple, como los mates que tomaba cuando volvía de jugar de la represa en una casa ajena donde conocía al padre de un amigo. Señor campero, que se alimenta a base de cocido quemado y pan casero que ya había amasado desde temprano.

Comienzan las primeras cebadas,bajo el árbol donde forma una pequeña escuadra que de chico lo usábamos de arco y jugábamos al 25 con mi hermano. 

El viento que corre es un poco caliente.Es obvio,con los treinta y algo de grados que hace.

Mientras la leña se transforma en carbón y la parrilla se calienta salo la carne y lo adobo con los pocos condimentos que encontré en mi heladera. Nada más que orégano, provenzal y la pimienta que es lo infaltable en este casa.

Ya es hora de colocar esos chamamé que con sus versos te recuerdan aquella mañana donde veías a tus abuelos conversar sobre lo cotidiano. ¡Y que ganas de volver!

Mi papá se levanta,contento,un poco cansado,la noche fue larga y movida. Contento porque, le espera un mate,sin yuyos,una carne con un buen salar y el fuego en el que se ve que ya hay que agregar un poco más de madera.

Comienza a contarme lo sucedido en su trabajo.La verdad yo no entiendo nada pero me gusta que me elija para hacerlo. Aprendo mucho,quizás en un tiempo me sirva sus experiencias.

La carne comienza chillar y a dorarse de a poco. El mate ya lo dejamos de lado,descorchamos un vino imaginando estar con nuestra familia en nuestro lugar natal. Me levanto de la silla de madera adornada con piel de cordero que se mueve un poco para los lados pero que igual es testigo de muchas de las conversaciones profunda que se dan.

Agrego más carbón y doy vuelta la carne,señal de preparar la mesa.Poner el mejor mantel para la foto,vasos,platos, cubiertos,servilleta,una gaseosa por las dudas,hielito picado en el pote de tergopol de helado.

Llegó la hora de comer,la música mermó y el silencio en la mesa por el disfrute del almuerzo especial ha comenzado. Luego de haber planeado las pequeñas vacaciones que nos tomaríamos para conocer un lugar nuevo a falta de unos meses.

Es así,un día sos el que te levantas tarde y te esperan con algo,pero luego de unos años te toca estar del otro lado para mimar con pequeños gestos.

Terminó la hora de comer y no veo las horas de que sean las 16 para volver a ver a mi amigo que vive a dos cuadras. De volver a esa casita imaginaria en el monte donde nuestro campo de batalla en las guerras ficticias estaba formabas por una represa y espinas de vinal a los alrededores. Para volver a ser el héroe del pueblo.

Había escuchado en mi horóscopo que debía prestar atención a mis sueños,al día siguiente escribí esto.