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Calendario de adviento: I, Weihnachtskugel

En Regensburg desde hace casi dos milenios por estas fechas comienza a sentirse el espíritu navideño. Por supuesto, hoy en día ese espíritu no es el mismo que en 179 d.C., año en que se colocó la primera piedra de la ciudad. En ese entonces, los pueblos germánicos celebraban Yule, celebraban que la luz volvía después del solsticio.

Esta es una breve historia sobre Sabine, una treintañera cualquiera que con pocas ganas comenzó a armar el arbolito de Navidad que una de sus tías le regaló cuando se mudó sola porque «siempre hay que poner algún adornito». El pino en cuestión no medía más de 30 centímetros y ya estaba un poco despelucado por el bullying que Minka le hacía a diario. Minka era una gatita tranquila, excepto cuando entraban en escena las decoraciones navideñas; entonces surgía en ella algo primitivo: después de todo, sus antepasados mantenían esta guerra ornamental con los pinos desde el primer día en que a algún germano se le ocurrió colgar una manzana roja en la rama de un pino para atraer abundancia.

Como cada año, Sabine sacó la pequeña caja navideña que tenía acovachada en la parte superior del ropero, la abrió casi por obligación y vio el pequeño árbol, algunos adornos de madera y la Weihnachtskugel, la protagonista de esa pobre decoración. Por supuesto, la preciosa Weihnachtskugel no iba a estar colgada en el arbolito, no solo porque se deslucía entre tan precario despliegue festivo, sino -y fundamentalmente- porque Sabine sabía perfectamente que la cólera funesta de la minina la habría precipitado al suelo. Agarró la esfera de vidrio con cuidado, era la sola sobreviviente de las que habían comprado en alguna navidad de su infancia. Lo cierto es que era lo único que realmente le generaba una nostalgia navideña. Se la quedó mirando un rato largo, perdiéndose en los delicados detalles del grabado sobre el esmalte rojo oscuro y el tiempo pareció detenerse.

Las Weihnachtskugeln surgieron a comienzos del siglo XIX, en Lauscha, un pueblo alemán famoso por su tradición vidriera. Tradicionalmente, el vidrio soplado se logra calentando un tubito de este material hasta ablandarlo para luego soplarlo y formar una esfera hueca. Luego, se colorea el interior con una solución y se decora a mano el exterior antes de colocarle el ganchito que permitirá colgarla en el árbol -o, en el caso de Sabine, donde Minka no pueda ultrajarla. Estas bolas ornamentales surgieron como reemplazo de las manzanas; se dice que un vidriero pobre las hizo por primera vez porque no podía comprar fruta para decorar su pino. Toda esta historia, por supuesto, pasa desapercibida para Sabine y para la mayoría de nosotros: creemos que dentro de la esfera no hay nada, que está vacía. Pero sí que hay algo, hay tradición, súplica y agradecimiento, porque el ruego más humano es por la luz y la abundancia. 

Los humanos somos seres simbólicos y cuando no pudimos poner manzanas en el arbolito decidimos colgar esferas rojas. Pero la ofrenda es para alguien y ese alguien no se alimenta de símbolos.

¿Dónde la colocaría este año? Nunca quedaba satisfecha, algunos años simplemente volvía a guardarla en su papel de burbujas para que no se rompa. Estaba a punto de darse por vencida nuevamente cuando algo en su reflejo llamó su atención. Sintió que se le contraía el estómago aunque no terminaba de entender por qué, había algo inhumano en el rostro que le devolvía la mirada: un apetito primigenio que no era suyo.

Minka apareció por el pasillo, desperezándose después de una siesta, apenas despierta. La modorra duró muy poco: el bendito pino navideño había irrumpido nuevamente en su hogar. Inaceptable. Alerta, con las pupilas dilatadas y agazapada observó la escena, esperando el momento indicado… y atacó. La trifulca entre el arbolito y la gata la obligaron a desviar la mirada de la Weihnachtskugel un instante pero como toda presa instintivamente buscó nuevamente el origen de su malestar. Sin embargo, esta vez esa intención ajena que había detectado hacía unos instantes ya no estaba allí. Sin dudarlo demasiado guardó el ornamento en su envoltorio y lo dejó nuevamente en la caja, repitiéndose una y otra vez que no tenía sentido lo que sintió y que simplemente estaba guardando la bola de vidrio porque no quedaba bien en ninguna parte.

Los humanos somos seres simbólicos y cuando no podemos dar sentido al instinto decidimos ignorarlo. Pero el instinto nos advierte e ignorarlo no elimina su origen.

Rocío Beatriz

(ノ◕ヮ◕)ノ*:・゚✧

Un comentario en «Calendario de adviento: I, Weihnachtskugel»

  • Juan Carlos se refleja en una bola de navidad y sorpresivamente su halo es extraño . El esperaba ver su rostro , pero en cambio , vio en el reflejo de bola de navidad un papa noek y dijo no puede ser este no soy yo? como es posible en que me he transformado. Resulto que era una imagen de un papel noel que el personaje tenia en su mano la figura de un papa noel y no se dio cuenta . Aún así, la experiencia sirvió para avivar su espíritu navideño

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