El significado de las palabras puede desdibujarse en el ruido o destacarse con el silencio, pero también a la inversa, pues la relevancia de una palabra no es nunca absoluta sino que depende de la manera en que llega al que escucha.
El ruido de las ciudades ya no es ensordecedor. Cesó. Terminó. Se detuvo. Todo se detuvo. Y cuando algo se detiene (y esta vez todo lo hizo) otras cosas pueden empezar a moverse. Y se movió el silencio.
Ya no es el ruido ensordecedor. El ruido, (él, ruido) vuelve a su orden natural. El silencio vuelve a su orden natural. Las aves vuelven a comunicarse. Ahora, sus mensajes tienen espacio. Hay lugar para cantar.
Los zorzales saben cantar, lo hacen bien. Bello. Melódico. Tienen tiempo para aprender a hacerlo, aunque no vivan mucho más que la extendida adolescencia humana.
Por increíble que suene, hay vecinos que denuncian a los pájaros. A los zorzales. Sí, a los gardelitos. Por cantar. Otros vecinos, en cambio, se obsesionan. Se obsesionan con ellos, con sus canciones, con registrarlas. Con registrarlo todo, rastrearlo. Salen a la búsqueda de monitorear los cantos y sus tempos. Su momento de aparición. Su amanecer. Su despertar, que ya no es consecuencia de la presencia del sol. Los relojean. Los mapean.
Ahora, el ruido vuelve relativamente a su andar. Ahora, los zorzales de las ciudades cantan antes. Antes, tanto antes, tan temprano, que cantan de noche. Tan temprano que es tarde. Los gardelitos de las ciudades tienen que apurarse. El silencio, el espacio, el lapsus para cantar dura menos. Tienen que apurarse para ser oídos. Los autos, las motos. Las bocinas, las ruedas. Los recorredores compulsivos del asfalto. Los ruidos borrachos. Todos ahogarán su canción. Y no podrán concretar sus planes. Ni anunciar sus idas y vueltas. O no podrán simplemente contarse ni cantarse cosas bellas. Los zorzales de las ciudades cantan antes. Tanto antes que cantan de noche. Es que la luz también es ruido.
Como todos los pájaros, los zorzales cantan más en primavera. Y como cualquiera, buscan enamorarse cuando llega el calor, buscan enamorarse cuando se abren las flores. Buscan a otro.
Cantan porque buscan. Los pájaros están buscando a alguien en la noche que no es ruido.