“PERDÓN

PORQUE NUESTRA CASA no se eleva hacia el cielo

Y las fachadas no sonríen

CUANDO LO deseás

PERDÓN

PORQUE TU polera roja se estira

PORQUE SE encojen los jeans

Y TU CAMPERA no es un camaleón que cambia de color

PERDÓN

PORQUE ALGÚN DÍA ES jueves y no sábado

PORQUE casi todos los domingos llueve

PERDÓN

PORQUE EL BAÑO ESTÁ siempre ocupado

PORQUE HAY paredes en nuestro departamento

Y NO SOLO espejos

PERDÓN

PORQUE DEBO ordenar los cajones

PRECISAMENTE AHORA

CUANDO identificaste los sistemas galácticos” — Saša Vegri, “Perdón” en DESAYUNO EN EL REGAZO ORDENADO (2022), Buenos Aires: Gog y Magog.

Anoche fui a ver “Matate, amor” (Dir. Marilú Marini) y no podía dejar de pensar en Vegri, en Makarovič, en el extrañamiento de la vida conyugal y un posterior sentimiento de resignación al rol de madre ahora ineludible. “Si no hubiera habido ese gesto de darme vuelta, si yo hubiera cerrado las piernas, si le hubiera agarrado la pija, no tendría que ir a la panadería a comprar la torta de crema o chocolate y las velitas, medio año ya”, piensa en voz alta el personaje de Érica Rivas, que da cuerpo al discurrir que se nos presenta en la novela de Harwicz. También aporta algo histriónico, porque ella gesticula y grita y putea y el auditorio se ríe de sus desgracias como si todos estuviéramos en un stand up. Porque la vida es ridícula y el amor puesto en escena es una estupidez y es más que comprensible querer tirarse del auto en movimiento o atravesar una ventana con tal de sentir algo más que el sinsabor de un tarado que nos pregunta qué tipo de cervecita nos vamos a tomar con él en la pérgola cuando el nene llora y el perro se mea y no para de ladrar. “Nunca estás cool, nunca estás zen.” Y no.

“Desprendés aroma a semen caliente, ciervo.

Tu olor está en todo el bosque, y en mí.

Para vos ya está el cuchillo afilado, ciervo.

Esto lo presiente el bosque, y lo sé yo.

Atravesarás el claro bajo la luna, ciervo,

mi ciervo ojos de mora.

Olerá profundamente a sangre, ciervo.

De pronto sabrás, adónde vas y quién sos.” — Svetlana Makarovič, “Cacería” en MUJER AJENJO (2010), Buenos Aires: Gog y Magog.

Vayan corriendo que se agotan las entradas.