Mi corazón no es un lugar tranquilo,
no puedo enfrentarme a tanto caos,
no puedo mirar de cerca
los amaneceres rojizos sin quemarme los ojos.
No puedo dejar de alimentar
mis sentimientos con la imaginación.
Siempre que miro para adentro
un incendio está ocurriendo.
¿Ahora qué hago con este músculo carmesí
del tamaño de mi mano paseándolo por todos lados?