Viendo el cielo encontré la historia de una viajero y su visita a la profundidad del océano…
Era una noche estrellada, las mismas estrellas combinaban perfectamente con el agua haciendo que estas se unieran en sí pareciendo un espejo que reflejaba la belleza de la naturaleza. El marinero estaba solo, él, su barco y aquel océano que se posaba en sus bellos ojos. Las horas pasaban infinitamente, la noche era larga, disfrutando de la brisa que despeinaba su cabello largo admiraba como algo tan simple podía hacer de su noche algo tan maravilloso. El ruido del agua hacia su travesía aún mejor, perdido en el horizonte empezó a posar su mirada en aquella negrura de lo que parecía ser la nada, allá en lo bajo del agua algo brillante se posaba, moviéndose relajadamente por el movimiento del mar. Su curiosidad se vio afectada así que saltó… Y nado hasta casi sin poder ya contener la respiración, llegó hasta a ella, llegó a tocarla, aquel extraño collar algo contenía, una luz se disparó frente a sus ojos. El aire volvió a llenar sus pulmones, un día frío de invierno, una bella dama agarraba su mano delicadamente, su sentir era feliz, el de los dos, el sabía que era así, ¿Cómo? no sabe, pero su vida no fue esa ni lo será. Su sentimiento de familiaridad iba aumentando cada vez que la veía pero no la reconocía, sin embargo esa experiencia sentía como si lo estuviese viviendo en carne propia.
Un viaje largo le esperó, su vida compartida era con un gran comienzo, pero con un final. Sus pensamientos no se iban de los halagos hacia aquella mujer, una mujer inigualable. Su cuello se veía rodeada de un hermoso collar, sin más misterioso, su origen era desconocido.
En esa misma noche de aquella travesía suya hubo una gran tormenta, caos, enormes olas, tripulantes desesperados y ellos a la mitad, sin la certeza si iban a sobrevivir o no a ese trágico acontecimiento. Abrazados, sintiendo el calor del otro, aunque por fuera la ropa húmeda hacia que sus pieles se estremecieran más de la cuenta, sentían el frío por fuera, pero por dentro era como estar frente a una fogata admirando como el fuego consumía lentamente la madera. El barco se sacudió muchas veces, la última vez, las manos sujetadas no se querían soltar, las miradas diciendo más que mil palabras, finalmente boca abajo, sentimientos desesperados, un collar perdido, los cuerpos enterrados y llevados por distintas direcciones.
Al volver en sí no podía aguantar más la respiración, y subió con el collar en la mano, no entendía si eso lo había vivido o si fue producto de su mente, respirando pesadamente, sintió un gran sentimiento de pérdida y el sentir que algo le estaba faltando, lo observó detenidamente y el collar seguía intacto. Al subir nuevamente al barco guardó ese collar queriendo guardar algo de aquella sensación, de ese ¿Recuerdo?. Al suspirar decidió devolverlo al mar que era donde pertenecía, aquellos recuerdos ya no le pertenecían era ya cosa de un pasado muy lejano. Al seguir el rumbo de su travesía siempre recordaba aquella amada suya, una parte de su alma siempre estaría con ella.