“¿Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá?”
Es la clase de pregunta que pareciera no tener respuesta porque parece no haber nadie que pueda responderla. Es la clase de pregunta, más aún, que uno no sabe directamente a quién dirigir.
Pasaban los años y Charly García no dejaba de escribir sobre los que se van. “¿Qué se puede hacer salvo ver películas?”. Porque la salvación está en la belleza intocable que muestra la pantalla, tan viva que hasta podría, desmayándose uno sobre sus propios sueños, oler el perfume que desprende aquella melena flameante y silenciosa.
La oscuridad se vuelve absoluta. Las sombras nos buscan por los pasillos de una condena inevitable. “En las calles me persigo sin razón”. Los sintetizadores nos llevan a otro mundo. Cuelgan de un acorde y se deslizan hacia el cielo.
“Los que no pueden más se van”. Esa es la respuesta. Cada quien con su propio exilio. Cada cual se va a su manera. Y en el fondo eso es imposible: “Te vas a ir, vas a salir. Pero te quedas, ¿dónde más vas a ir?”.
Durante muchos años no comprendí aquella pregunta. Irse para estar acá. ¿Sobrevivir? ¿Volver algún día? Si el horror va a perseguirnos toda la vida, la única forma de huir verdaderamente será darse vuelta y derrotarlo de una vez por todas.
No ha realizado grandes contribuciones hasta el momento y se espera que continúe así.
