La hiedra crece indomable

burlándose del sol

sus raíces se extienden sobre mi paso

acechándome y enfriando mi piel

cruzo los brazos alrededor de mi vientre simulando el calor de tu abrazo

y tropiezo con pedazos de cerámica

que construyeron algo hermoso pero un día decidieron separarse

me asfixio en la rutinaria tristeza

escribo mis dolores 

como si hacerlo me despojara de ellos

y pienso en desaparecer

una muerte limpia, sin sufrimiento

me imagino viendo el mundo desde arriba

como un tablero de ajedrez

espiando sus piezas con cautela

sin hacer ninguna intervención

sin correr el riesgo de ser culpada de la caída de un alfil o la muerte de la reina

contemplando mis cenizas agónicas

tomando el té con criaturas aladas

finalmente exiliada de la tierra de la insensibilidad

finalmente en paz.